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¿Qué es visión cuántica?

Mi nombre es Jesús González Barcha y, en estas páginas, me propongo mostrarle otra forma de ver la realidad.

Vivimos en una época de intensos cambios que implican una adaptación instantánea a los giros que introducen los vertiginosos avances tecnológicos; tanto que a veces pienso que necesitamos de una estadía en el centro de entrenamiento para astronautas de la NASA, para sobrevivir a los violentos giros. Igualmente las organizaciones de mañana, como dice Charles Handy, profesor de la London Business School y autor de Mas allá de la certidumbre, "necesitan pensar en lo impensable como forma de mover la rueda del aprendizaje, porque el mundo cambiante exige nuevas ideas y más personas insensatas que quieran cambiarlo, en lugar de adaptarse a el".

Para que una empresa actual ingrese y sobreviva al nuevo milenio necesita tal grado de flexibilidad y maleabilidad como el bambú asiático y la plastilina de mis hijos. El bambú tarda casi siete años en brotar de la tierra, después de sembrado, luego crece a una velocidad vertiginosa y en 1 mes alcanza su estatura final; su flexibilidad a los violentos monzones los soporta por las profundas y sólidas raices que estructuró en los siete años  previos a su germinación.

Cuando la empresa moderna debe generar un cambio, necesita de sus empleados la misma dirección en el giro y esto sólo puede intentarlo cuando se encuentran (trabajador y meta) "sintonizados" en la misma frecuencia, cuando las visiones del trabajador y  de la corporación se encuentran alineadas, apuntando al mismo lugar.

Observando el proceso evolutivo cerebral del hombre, vemos como el sistema nervioso realizó unos cambios para lograr que él adquiriera la postura erguida y se enfrentara con éxito, en un ambiente hostil, a fieras y fuerzas naturales violentas. Si aceptamos la historia del género humano como de un millón de años, encontrará Ud. que dejamos las cavernas hace trescientas generaciones, que hace siete mil años descubrimos la ventaja de la agricultura y que la era industrializada, con los grandes cambios en la organización social y política, solo tiene 200 años de historia. Si comparamos este tiempo de evolución (un millón de años), con el período de un día, veríamos que esta era industrializada tiene menos de 18 segundos. Nos preguntamos entonces, continuando con la paridad de la evolución humana en 24 horas, si durante éstos 18 segundos seremos capaces de recordar todo el trabajo realizado en dicho día; ¿podemos, en ése tiempo, ser conscientes de nuestros errores y ofrecer alternativas de solución?, ¿estaríamos en capacidad de realizar programas eficaces para obtener los resultados necesarios?. Evidentemente, en 18 segundos, no podríamos, siquiera, plantearnos las preguntas de manera eficiente.

En esta era industrializada todo se ha desarrollado muy rápido, hemos aterrizado en la luna, conocemos la profundidad de nuestros mares, construimos máquinas poderosas que escudriñan los cielos en búsqueda de otras formas de vida, máquinas que automatizan nuestro trabajo; ya nos estamos clonando; hemos creado fármacos poderosos que prolongan nuestra existencia al eliminar viejos enemigos. Pero un anciano sabio nos pregunta siempre: ¿y para qué?, ¿Para vivir así?. Y es que la evolución del cerebro, que se propició para enfrentarnos exitosamente al peligro físico y preparar al organismo para luchar o huir, se ha dedicado, en los últimos 18 segundos, a perseguir la intuición, buscar la productividad a través de la planeación y enfrentarse, entonces, a las contradicciones del espíritu humano en una sociedad que le entrega a la eficiencia mecanicista el don de calificar la eficacia humanística del trabajo en grupo, trayendo consigo la dificultad de las personas para expresar sus sentimientos al exterior, haciendo que, finalmente, el cerebro izquierdo coarte las emociones y enmascare las intuiciones, entregándonos un individuo que pierde su objetivo trascendente en la vida para acreditarse un "buen" desempeño social a expensas de una ansiedad ó depresión por sus logros, viendo en su trabajo una finalidad económica y no el medio de autocrecimiento.

VISION CUANTICA, a través de técnicas extrapoladas de la medicina bioenergética, genera momentos que propenden por esta alineación o visión compartida que necesita el trabajador para su crecimiento personal y la organización para adecuarse a los nuevos retos.

 

 

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  JESUS GONZALEZ BARCHA, M.D.
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Teléfono: (57-1) 2534956
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