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Se preguntará usted: ¿quién es éste tipo? Nadie especial, Jesús González Barcha: Colombiano, padre de dos hijos "galácticos"; Médico (1988) a quien sus compañeros de universidad le apodaron el loco, por sus ocurrencias, y sus familiares terminaron llamándolo "el brujo"; casado con una mujer de esas que se auto-denominan "con los pies en la tierra" (de cerebro izquierdo digo yo); escritor aficionado para sus hijos, a quienes guía a través de "cuentos cuánticos", en el fascinate universo de la relacionalidad. Cuando inicié el ejercicio de la medicina, caminaba por los senderos que habían transitado otros colegas, los caminos de la experiencia: "es que así es menos probable que te pierdas y es más fácil llegar a ....." me aconsejaron. Lo cierto es que nunca pregunté por el destino al que llevaba esa ruta, tal vez porque suponía que al final de ése sendero se encontraba lo que todos buscamos: la felicidad entendida como el bienestar emocional y material. Pero mis pacientes, mis verdaderos maestros, me enseñaron que estaba desenfocado. Aquellas personas que viven su enfermedad en, el mal llamado, estado terminal, tiene algo en común: todas expresan (sí alguien quiere escucharlas, no simplemente oírlas) un deseo: si pudieran tener 30 años menos, cambiarían sus planes de entonces por un objetivo, ser felices día a día. En un principio, como muchos otros, les oía pero realmente no escuchaba, luego, a medida que exploraba el fabuloso universo de las técnicas bioenergéticas, descubría el significado de aquellas palabras: tener un objetivo trascendente en la vida es fundamental, es lo que te hace sentir el éxito en cada paso que das, porque te diriges al cien por cien de tu capacidad a la materialización de tu sueño y cada paso de éxito es felicidad que se vive minuto a minuto. Vive en éxito, no lo busques. Estando en consulta, interactuando con el paciente en función de elaborar juntos herramientas para la búsqueda de una meta trascendente, como pilar que generará una actitud diferente ante la enfermedad, me encontré con que una gran mayoría de ellos, al revolucionar su actitud, modificaban positivamente su producción, comportamiento y enfoque en el núcleo familiar y el trabajo. Decidí entonces realizar estudios de especialización en Administración de Empresas con intención de adquirir las habilidades para comprender como se gestaba el cambio en la organización a través una renovada actitud individual. Finalmente lo que logré fue enlazar las prácticas de la medicina bioenergética con el clima organizacional a través de un nuevo concepto del trabajo individual y de grupo que incitaba a un cambio: del "Yo soy lo que hago al Yo soy lo que creo", desarrollando el principio de palanca: la imaginería como punto de apoyo al brazo que mueve la realidad. |
